
El soldadito de plomo era un muñeco carente de una pierna, sin embargo era inocente y soñador.
Vivía un poco triste debido a la ausencia de su extremidad, no obstante era alegre y a todos les agradaba pasar el tiempo con el.
Un dia por casualidad conoce a una hermosa y elegante Rosa carmesí; ella era elegante y fina, bella y radiante, pero era fría como el hielo y muy poco expresiva.
La Rosa carmesí se quedó deslumbrada al ver el radiante carácter alegre del soldadito, y comenzó a bailar alrededor suyo utilizando sus encantos.
Al soldadito le agrado su danza y temeroso de la forma de ser de la Rosa carmesí, decidió contemplar todos los días ese magnificente baile.
Con el paso de las estaciones del año el soldadito se enamoró de la Rosa carmesí, esperaba con ansias que llegara la hora de la danza de su amada, y ella por supuesto comenzó a abrir su corazon y empezó a cambiar su forma de ser.
El tiempo transcurría y transcurría, había días bellos y soleados en la primavera, otros tantos calurosos pero alegres durante el verano, fuertes vientos y lluvias al entrar otoño y tormentas frias durante el invierno y siempre volvían los días bellos en la primavera, pero nunca dejaban de ser felices.
Pero cierta mañana, al entrar la primavera, la Rosa Carmesí apareció ante el soldadito bañada en lagrimas, el soldadito asustado le pregunto a su amor eterno lo que sucedía, y ella le confeso que le habían crecido espinas en todo su cuerpo, ella penso que si el soldadito se enterase, iba a dejar de quererla y la olvidaría por otra flor mas bella.
El soldadito con una cara inexpresiva abrazó fuertemente a la Rosa y dándole palmadas en su cabeza y le dijo: --Yo te conocí cuando eras fría y poco expresiva, al igual que me deslumbró tu hermosa danza, yo amo tanto a tus virtudes como a tus defectos, si tus espinas son parte di ti entonces las querré de igual forma que quiero a tus hojas, a tu danza, a tu frialdad.--
Las palabras del soldadito aliviaron a la Rosa carmesí y sus ojos dejaron de llorar, abrazó fuertemente a su amado y continuaron los días bailando y riendo.
Todo el amor que el soldadito de plomo le daba a la Rosa fue creciendo mas y mas; no obstante poco a poco ella fue dejando de bailar para el.
Los días pasaban y la Rosa rara vez se aparecía delante del soldadito, a veces llegaba saludaba y se marchaba, el tiempo que se veían cada vez fue menos, hasta que una helada noche de otoño el soldadito preguntó afligido que era lo que le sucedía, que el siempre procuraba regarla de amor y la Rosa respondió que simplemente había perdido el interés por el soldadito. Fue entonces cuando el pobre soldado se enteró de que al igual que ocurre con el exceso de agua en las plantas, demasiado amor terminó por corromper el amor de la Rosa carmesí.
El soldadito comprendio que tanto amor en las rosas de esa especie es malo y que tarde o temprano van olvidándose que alguna vez alguien les brindo entrega y amor incondicional.
El soldadito ahora llora cada día siempre a la misma hora en que la Rosa carmesí bailaba para el, y continua de pie inmovil esperando a que algún día pueda conocer a otra hermosa flor que le haga sentir lo que alguna vez sintió por aquella hermosa pero fria Rosa carmesí
---Fin---
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